Después de mi cesárea, susurré: “¿Alguien puede sostener a mi bebé para que pueda descansar?”, pero nadie vino. A la mañana siguiente, mi mamá publicó en las redes sociales: “¡Las mejores vacaciones familiares!”.

Cuando por fin amaneció, abrí el teléfono, desesperada por un mensaje, una foto, algo. En cambio, vi una publicación reciente de mi mamá:

📸 «¡Las mejores vacaciones familiares de mi vida! ¡Días de playa, risas y recuerdos para toda la vida!»

“Vamos a venir de visita. Tu hermana quiere conocer al bebé”.

Respiré hondo, miré a mi hijo y le respondí:

“Estamos bien sin ti. Por favor, no vengas”.

Entonces bloqueé su número.

Porque algunas familias se construyen con sangre. Y otras, con fuerza, verdad y amor. Juegos familiares.

Esa noche, al acostar a mi hijo, volví a susurrar, pero esta vez sin dolor ni miedo.

“¿Alguien puede sostener al bebé?”

Y la respuesta llegó suavemente en su leve aliento contra mi pecho.

“Lo haré”, susurré. “Siempre lo haré”.

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