Creo que todos nosotros aquí quisiéramos entender mejor esta situación antes de tomar cualquier decisión precipitada. Alejandro miró a la señora con respeto, reconociéndola inmediatamente. Doña Mercedes, por favor, acepte mis disculpas. Mi hijo está pasando por una etapa difícil y y yo creo, interrumpió la señora con firmeza, que esta joven merece ser escuchada. Claramente hay una historia aquí que necesita contarse.
Ella miró directamente a Sofía, que seguía paralizada. Mi querida, conoce a este niño. Sofía tragó en seco, sintiendo todas las miradas sobre ella. Trabajar en ese restaurante era fundamental para mantener a su madre enferma en casa y ella sabía que cualquier escándalo podría costarle su empleo.
Pero al mirar a Diego, que la observaba con una esperanza tan pura en sus ojos azules, no pudo mentir. “Yo yo lo cuidé cuando era pequeño”, dijo en voz baja, pero lo suficientemente audible para que las mesas cercanas escucharan. Fui su niñera de los dos a los 4 años. Alejandro sintió como si el suelo se hubiera abierto bajo sus pies. Sofía Hernández. El nombre que Diego gritaba en las noches cuando tenía pesadillas.
El nombre que garabateaba en sus dibujos. La persona que siempre preguntaba cuándo volvería, cómo no había hecho la conexión antes. Diego se soltó de las manos de su padre y corrió hacia Sofía, abrazando sus piernas con la fuerza de 5 años de añoranza. Sabía que estabas aquí. Lo sabía. Por eso siempre pedía venir a este restaurante.
Podía sentir que estabas cerca. Las lágrimas comenzaron a rodar por el rostro de Sofía. ¿Cómo explicarle a un niño que la habían despedido de manera humillante por su madre? ¿Cómo decir que había intentado mantener contacto, pero le prohibieron acercarse a la familia? Querido oyente, si estás disfrutando de la historia, aprovecha para dejar tu like y, sobre todo suscribirte al canal.