Estaba amamantando a mis gemelos cuando mi esposo, fríamente, me envió a dormir al trastero. Entonces apareció mi hermano director ejecutivo y todo cambió…
Antes de que pudiera responder, sonó el timbre de nuevo. Mark se estremeció, intentando recuperar la compostura. Cuando se abrió la puerta, palideció.
Allí estaban los hermanos mayores de Emily: Ethan y Lucas Reed, cofundadores y directores ejecutivos de Reed Global Technologies. Trajes elegantes, posturas seguras, mirada fría y autoritaria: una tormenta silenciosa con forma humana.
La mirada de Ethan se posó en las manos temblorosas de Emily, con los bebés aferrados a su pecho.
Lucas tensó la mandíbula. “Mark”, dijo con calma, peligrosamente, “tenemos que hablar”.
Los labios de Mark temblaron. Parecía un hombre que se da cuenta de que había entrado en una situación que escapaba a su control.
La tensión estalló como un rayo.
Emily colocó a los bebés en la cuna con cuidado mientras Ethan entraba y Lucas cerraba la puerta tras él.
Mark tragó saliva. “Yo… yo no sabía que venías”.
“No te lo dijimos”, respondió Ethan. “Emily sí”.
Un alivio y una calidez invadieron a Emily; sus hermanos siempre habían sido su red de consuelo, aunque no los esperaba tan pronto. Había enviado un mensaje breve y desesperado antes, sin imaginar que llegarían tan rápido.
Lucas se acercó a Mark. Nos enteramos de que tomaste… decisiones por nuestra hermana. Decisiones que implican meterla en un trastero como si fuera un equipaje no deseado.
Ethan lo interrumpió bruscamente. “Tu madre no puede decidir dónde duerme nuestra hermana. Y desde luego que no puede separarla de sus recién nacidos”.
Mark apretó la mandíbula. “Exageras. Emily es dramática. La conoces”.
Lucas lo miró fijamente. “Acaba de dar a luz a gemelos. Apenas puede mantenerse en pie sin dolor. Necesitaba apoyo, y tú le ofreciste un armario”.
Mark bajó la voz, a la defensiva. “Mi hermano necesita un lugar. Está pasando por mucho”.
Ethan entrecerró los ojos. “Emily también. ¿Olvidaste que casi sufre una hemorragia durante el parto?”
Emily recordó esa noche: Ethan y Lucas estaban allí, Mark no. ¿Su excusa? Una cena de negocios.
Lucas continuó: “Esto es lo que pasa. Emily se queda aquí. Los gemelos se quedan aquí. Nadie se mueve a menos que ella lo decida”.
Mark apretó los labios. “Este también es mi hogar”.
“Por ahora”, dijo Ethan. “Pero sigue tratándola así y nos aseguraremos de que ella y los bebés tengan un lugar mejor, sin ti”.
Emily observaba, con las emociones a flor de piel: miedo, ira, pero también empoderamiento. Por primera vez en meses, alguien la defendió.
Mark abrió la boca, pero Ethan se acercó con la mirada fija en el acero.
“Esta es tu última oportunidad, Mark”.
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