Humilde mesera atiende a la madre sorda de un millonario — Su secreto dejó a todos sin palabras…
A sus 52 años había convertido la humillación de los empleados en un arte. Elena, ponte el uniforme limpio. Pareces una indigente, espetó con voz cortante. Este es mi único uniforme limpio, señora. El otro está en lavandería, respondió Elena con calma. La señora Herrera se acercó con pasos amenazantes. ¿Me estás dando excusas? Hay 50 mujeres que matarían por tu trabajo. Lo siento, señora, no volverá a suceder, murmuró Elena. Pero por dentro su corazón latía con determinación férrea. Elena no trabajaba por orgullo, trabajaba por amor puro a su hermana menor, Sofía.
Sofía tenía 16 años y había nacido sorda. Sus ojos expresivos eran su forma de hablar con el mundo. Después de que sus padres murieran cuando Elena tenía 22 años y Sofía apenas 10, Elena se había convertido en todo para esa niña. Cada insulto que soportaba, cada hora extra, cada doble turno que destrozaba su cuerpo. Todo era por Sofía. La escuela especializada costaba más de la mitad del salario mensual de Elena, pero ver a su hermana aprender y soñar con ser artista valía cada sacrificio.
Elena regresó al comedor cuando las puertas principales se abrieron. El metre anunció, “Señor Julián Valdés y la señora Carmen Valdés. El restaurante entero contuvo la respiración. Julián Valdés era una leyenda en Cancún. A sus 38 años había construido un imperio hotelero. Vestía un traje armani gris oscuro y su presencia llenaba el espacio con autoridad natural. Pero la atención de Elena estaba en la mujer mayor que caminaba a su lado. La señora Carmen Valdés tendría unos 65 años con cabello plateado y un elegante vestido azul marino.
Sus ojos verdes observaban el restaurante con una mezcla de curiosidad y algo que Elena reconoció. Soledad. La señora Herrera corrió hacia la mesa principal. “Señor Valdés, qué honor. Tenemos preparada nuestra mejor mesa. ” Julián asintió mientras guiaba a su madre, pero Elena notó algo. La señora Carmen estaba desconectada de la conversación. La mesa estaba junto a ventanas con vista al mar. La señora Herrera le ordenó a Elena, “Tú atiende la mesa del señor Valdés y más te vale no cometer errores o estarás en la calle mañana.
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