La mañana que lo cambió todo

La segunda nota era la verdad: cruda y devastadora.

En ese momento, la cocina, que antes era un lugar cálido, se sintió fría y desconocida.

Una mujer sentada en la cama, sin poder dormir.
Toda mi realidad se desmoronó.

El hombre por el que había estado perdiendo el sueño, aquel con quien creía estar construyendo una vida, llevaba una vida secreta que nunca vi venir.

Y mientras la tranquila mañana se desplegaba a mi alrededor, antes incluso de que el mundo se moviera, comprendí algo con claridad:

El desayuno que estaba a punto de preparar ya no importaba.

Lo que necesitaba ahora… era un plan: sanar, seguir adelante y vivir sin él.

A veces, es en los momentos más pequeños y cotidianos donde se revelan las traiciones más profundas.

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