Perdí el pelo. El apetito. Mi sentido del tiempo.
“Algunos días, hasta el olor del refrigerador me da náuseas”, susurré una vez, sola al silencio. “¿Qué tan normal es eso?”.
La luz dolía. El agua sabía a metal.
Y aun así, pensé que lo peor sería el cáncer.

Una mujer disgustada de pie en una cocina | Fuente: Midjourney
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