Millonario Viudo Se Ocultó Para Probar A Su Novia Con TRILLIZOS. Pero La EMPLEADA NEGRA Lo Descubrió
Una noche, Cleris estaba sola con los bebés, cantándoles, y susurró:
—Yo le prometí a ella que cuidaría de ustedes. Hasta el último día.
¿A quién le había prometido eso?
Daniel necesitaba respuestas.
Regresó a casa fingiendo normalidad. Beatriz lo recibió con un abrazo celebrado. Él actuó como si nada supiera; necesitaba completar el rompecabezas.
En los días siguientes, la máscara de Beatriz era evidente para él. Con visitas, era la “madre perfecta”. Cuando Daniel no veía directamente, su rostro se volvía frío.
Un día fingió salir a una reunión y volvió media hora después. Gabriel lloraba solo en la cuna, ronco, agotado. Tenía fiebre. Daniel lo atendió, lo calmó, lo durmió.
Fue a hablar con Beatriz.
—Amor, Gabriel estaba llorando.
—Ni escuché. Traía audífonos.
No era verdad.
Daniel contrató a un detective privado.
Lo que descubrió confirmó su peor sospecha: Beatriz tenía un patrón. Tres parejas anteriores, todas con hombres mayores y exitosos, siempre la misma estrategia… y siempre acuerdos económicos ventajosos para ella.
Pero esta vez había niños involucrados. Y eso la delató.
El detective imprimió conversaciones entre Beatriz y su madre: planes, cálculos, comentarios fríos. Ella pretendía convencer a Daniel de devolver a los bebés, casarse rápido y separarse después con la mitad de todo.
Daniel lo leyó en el auto, con las manos temblando.
Decidió que no solo pondría fin a la relación.
La detendría para siempre.
Pero primero, debía hablar con Cleris.
El miércoles por la mañana, encontró a Cleris en la cocina, preparando biberones sin que fuera su obligación.
—Cleris, ¿puedo hablar contigo?
Ella se puso tensa, nerviosa. Daniel le pidió sinceridad.
—¿Por qué cuidas a mis hijos como si fueran tuyos?
Ella intentó ocultarlo, pero Daniel la interrumpió:
—Vi las cámaras. Te vi venir fuera de horario. Te escuché diciendo que le prometiste a alguien cuidar de ellos. ¿A quién?
Cleris cayó de rodillas, llorando.
—A Victoria… su mamá. Ella era mi mejor amiga. Conocí a Victoria en el hospital cuando estábamos embarazadas. Yo esperaba a Amanda, ella a los trillizos.
Daniel sintió que el mundo se detenía.
Victoria había tenido complicaciones. Los bebés sobrevivieron, ella no.
Antes de entrar a cirugía, le pidió a Cleris que cuidara de ellos si algo salía mal.
—Yo estuve allí cuando nacieron —dijo Cleris entre lágrimas—. Fui la última persona que ella vio despierta.
Cuando supo que Daniel los había adoptado, buscó empleo en su casa. Necesitaba estar cerca, cumplir su promesa.
Daniel le tomó las manos.
—Tú salvaste a mis hijos. Y ahora vas a ayudarme a protegerlos.
Él preparó un plan meticuloso.
Reunió pruebas, audios, grabaciones, mensajes. Contrató a un abogado experto. Ordenó todo cronológicamente. Preparó un dossier completo.
Luego organizó una cena para el sábado.
Invitó a la familia de Beatriz, amigos, socios, e incluso al asistente social que había acompañado la adopción.
Beatriz creyó que era una propuesta de matrimonio.
Cleris, en silencio, registraba cada nueva evidencia: momentos en que Beatriz ignoraba a los niños, frases hirientes, videos falsos para redes sociales.
Beatriz se grababa con los bebés llorando de fondo, fingiendo cuidados que no daba.
Daniel incluso pidió a Amanda que dibujara a los trillizos. Eran dibujos infantiles, llenos de cariño. Quería que el amor real se viera.
El sábado llegó.
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