Mis padres me desheredaron por casarme con un carpintero pobre, mientras que mi hermana se casó con un millonario. Meses después, cuando nos volvimos a encontrar y vieron a mi esposo, se quedaron pálidos, porque resultó ser…
Meses después, organizamos la cena de Acción de Gracias (Día de Acción de Gracias) en nuestra casa. Mis padres llegaron temprano, ayudando a Daniel a poner la mesa. La incomodidad persistía, pero se había suavizado en entendimiento. Mi padre le preguntó a Daniel sobre carpintería; mi madre me ayudó en la cocina. Por primera vez en años, la risa llenó el aire de nuevo.
Mientras nos sentábamos a comer, Daniel tomó mi mano por debajo de la mesa. “¿Todavía piensas que te casaste con un carpintero sin blanca?” bromeó.
Sonreí. “No,” dije en voz baja. “Me casé con un hombre que construyó nuestra vida, pieza por pieza.”
Y esa noche, mientras miraba alrededor de la mesa, me di cuenta de algo: el perdón, al igual que la artesanía, requiere tiempo, paciencia y corazón. Pero una vez completo, es el cimiento más fuerte de todos.
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