En esos momentos de debilidad física, el alma se vuelve más honesta, más sensible y más abierta a la presencia divina.
Tu habitación puede ser un refugio, un altar, un lugar sagrado donde Dios te escucha sin condiciones ni exigencias. Él ve lo que haces en secreto, conoce tu cansancio y valora cada palabra que sale del corazón.
Que encuentres paz, consuelo y fortaleza cada noche hablando con Dios desde la sencillez de tu cama.
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Este artículo tiene un propósito inspirador y espiritual. No reemplaza la orientación pastoral, psicológica ni médica profesional. Cada persona puede vivir su fe de manera diferente y en todas sus formas.
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