Me convertí en el hombre que querías que fuera, no perfecto, nunca perfecto, pero presente, real, vivo. Diego se ha convertido en un hombre increíble. Carmen me enseñó a amar de nuevo. Los niños del parque me enseñaron que nunca es demasiado tarde para cambiar. Tu legado no son los edificios que construí, es esto. Cada niño que encuentra alegría en ese parque, cada padre que elige estar presente, cada momento pequeño que se vuelve eterno.
Gracias por el tiempo que tuvimos, incluso si no fui lo suficientemente sabio para valorarlo entonces. Y gracias por el tiempo que me diste después para arreglarlo con los que todavía están aquí. Te amo, siempre te amaré. Y cada día que juego en ese parque estoy jugando contigo hasta que nos volvamos a ver, papá.
Cerró el diario por última vez y lo colocó en un estante especial junto a la foto del parque. Carmen entró lista para dormir. ¿Estás bien? Ricardo la abrazó inhalando el aroma de su champú barato que amaba más que cualquier perfume caro. Estoy más que bien. Estoy en casa. Y mientras se quedaba dormido con Carmen en sus brazos, Diego roncando suavemente en la habitación de al lado, Ricardo supo con certeza absoluta: “Mateo había ganado, el amor había ganado y las tardes en el parque serían eternas.
Si esta historia de Ricardo y Mateo tocó tu corazón, te invitamos a dejarnos un comentario compartiendo qué momento te emocionó más.” Fue cuando Diego apareció en el cementerio, cuando Ricardo leyó la carta de Mateo, o tal vez cuando finalmente jugó en el parque honrando el legado de su hijo. Cada like y cada vez que compartes este video ayuda a que más personas reciban este mensaje sobre lo que realmente importa en la vida, el tiempo, la presencia y el amor verdadero. Su apoyo hace que estas historias lleguen a padres, madres e
hijos que necesitan recordar que nunca es demasiado tarde para cambiar.
Continua en la siguiente pagina