Sin decirle nada a mi marido, fui a la tumba de su primera esposa para pedirle perdón, pero en el momento en que vi la foto en su lápida, me quedé paralizada.

Me había encontrado.

Una mujer que se parecía a su primera esposa.

Una mujer a la que podía moldear para recrear la vida que tenía antes.

Una mujer que encajaba a la perfección con la imagen que había perdido.

De repente, todos esos momentos que me habían parecido tiernos empezaron a amargarme.

La forma en que observaba a la multitud.
La forma en que percibía los rostros con demasiada rapidez.

Su reacción el día que me corté el pelo: un pánico real, casi visceral.
Su insistencia en que usara cierta ropa.

Su necesidad de ciertas rutinas, siempre la misma.

Él no me amaba.

Estaba reconstruyendo algo.

Estaba recreando a alguien.

Estaba reemplazando a alguien.

Cuando pasé junto a él esa noche, sentí que su mirada me seguía, demasiado atenta.

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment