UN ENFERMERO FUE CONTRATADO PARA CUIDAR A UN ANCIANO DE 87 AÑOS, Y NOTÓ QUE TODAS LAS MAÑANAS…
El resto de la tarde pasó rápidamente mientras Diego se familiarizaba con la rutina de Arturo y con el diseño de la mansión. acompañó al anciano durante la cena, notando como Arturo comía despacio y con poco apetito, siempre verificando discretamente si Ricardo estaba cerca antes de decir cualquier cosa. La dinámica entre padre e hijo durante la comida fue particularmente reveladora para Diego, que observó como la presencia de Ricardo parecía hacer que Arturo se retrajera, eligiendo palabras aún más cuidadosamente y evitando contacto visual directo.
La tensión era palpable, incluso durante conversaciones aparentemente inocentes sobre el clima o noticias del día. Y Diego percibió que Arturo frecuentemente concordaba con opiniones de Ricardo, aunque su expresión facial sugiriera desacuerdo. El comedor era imponente con una mesa larga de madera oscura y sillas tapizadas, pero el ambiente formal creaba una distancia física y emocional entre los comensales que hacía de la comida, más una obligación social que un momento de convivencia familiar. ¿Está buena la comida, padre?, preguntó Ricardo en un tono que sonaba más como una verificación de calidad que genuina preocupación.
Diego necesita saber si te estás alimentando adecuadamente. Durante la cena, Diego observó otros detalles reveladores sobre la dinámica familiar. Ricardo dominaba la conversación hablando principalmente sobre sus negocios y decisiones que había tomado durante el día, siempre refiriéndose a ellas como beneficios para la familia, pero sin realmente incluir a Arturo en las discusiones o solicitar su opinión. El anciano respondía con monosílabos y asentimientos de cabeza, pero Diego percibió pequeños signos de frustración en sus expresiones, como el apretar discreto de los labios cuando Ricardo tomaba decisiones sobre la casa sin consultarlo.
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