En realidad era esmegma, una mezcla de sebo, células muertas de la piel y otras impurezas. Normalmente, una buena higiene personal previene este tipo de acumulación. Pero el hombre en cuestión no parecía ser muy partidario de lavarse a fondo.


La acumulación de esmegma había desprendido un olor tan fuerte que impregnaba todo el consultorio. El médico concluyó que el hombre probablemente nunca se había lavado esa zona. Desconocía por completo que retraer el prepucio era necesario para lavarse bien los genitales.

Según el Dr. Chen, aunque estos casos son poco frecuentes, atiende aproximadamente uno cada dos años. Reiteró que un simple lavado diario con agua y jabón suave es suficiente para prevenir estas situaciones extremas.