Pero cuando llegó el momento, dudó.
“¿Qué consecuencias tendría eso para mis hijas?”, preguntó en voz baja.
Dalton lo entendió.
Así que llegaron a un acuerdo:
Hannah renunciaría permanentemente a la custodia y a cualquier derecho parental.
A cambio, Michael no presentaría cargos.
Firmó con manos temblorosas.
No se sintió como una victoria, solo como algo necesario.
Vidas reescritas
Las niñas volvieron a la escuela, hicieron amigos, redescubrieron la infancia. Michael adaptó su horario de trabajo para estar en casa todas las mañanas y tardes. Daniel se convirtió en una presencia constante, el “tío divertido” de buen corazón y bocadillos sin fin.
Michael también se aseguró de que Maddie y su madre enferma recibieran ayuda: facturas médicas pagadas, un hogar estable, matrícula escolar. Insistió en que no era caridad.