Pero no se acercó a él.
No lo reconocieron.
Eso dolió más que todo.
La confesión de la madre
“¿Qué hiciste?”, preguntó Michael cuando finalmente recuperó la voz.
Hannah tembló, incapaz de mirarlo a los ojos.
Su explicación se desmoronó: deudas familiares pasadas, gente peligrosa, amenazas de las que no sabía cómo escapar. Alguien se ofreció a ayudarla a desaparecer. Alguien con conexiones dentro del sistema.
“Era la única manera de mantenerlos a salvo”, sollozó. “No sabía qué más hacer”.
“¿Así que fingiste un accidente?”, susurró Michael. “¿Falsificaste documentos? ¿Me dejaste enterrar ataúdes vacíos y pasar dos años hablando con mármol?”
Hannah se cubrió la cara.
“Pensé que los estaba salvando”.
Michael señaló a los aterrorizados gemelos. “Esto no es salvación. Es destrucción.”
Las niñas lloraron en silencio.
Él no lo soportaba.