UN MULTIMILLONARIO SE HIZO PASAR POR CONSERJE EN SU PROPIO HOTEL Y DESPIDIÓ A TODO EL PERSONAL, INCLUYENDO AL GERENTE

—Señora Teresa, jefa de housekeeping: roba propinas y humilla al personal. ESTÁ DESPEDIDA.

—Señor Gómez, supervisor: pide mordidas a quienes buscan ser regulares. ESTÁ DESPEDIDO.

Siguió nombrando a cada uno de los abusadores.

Hasta llegar al último.

—Y tú, señor Salazar… el “rey”… El peor de todos. No sólo te despido, sino que te demandaré por agresión física, abuso de autoridad y daño laboral. Estás vetado de la industria hotelera de México. Guards… saquen a ESTA basura de MI hotel.

Los guardias lo arrastraron afuera.

Esta vez, él fue el humillado.

Don Ricardo buscó a Ana entre la multitud.

—Señorita Ana Reyes, venga por favor.

Ella subió, temblando.

—Señor… usted era… Don Nica…

—Ana —sonrió el CEO—. Tú me diste comida cuando nadie más lo hizo. Tuviste el valor de ser buena aun viviendo con miedo. Eres lo mejor de este hotel.

Se escucharon murmullos.

—Desde hoy, eres empleada regular.

Ana rompió en llanto.

—Y además —continuó él—, pagaré el tratamiento médico de tu hijo en el mejor hospital. Quiero que seas la nueva Asistente Ejecutiva del Departamento de Recursos Humanos. Necesito que seas la voz de quienes no la tienen.

Ana lo abrazó, llorando entre aplausos.

Ese día, el Gran Palacio del Sol fue limpiado…
No con trapeadores, sino con justicia.

Don Ricardo recordó a todos que el verdadero poder no está en trajes caros, ni en títulos, sino en cómo tratas a quienes no pueden darte nada a cambio.

El conserje que despreciaron… era su rey.

 

 

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