UN NIÑO EN LA CORTE: “¡YO SOY EL ABOGADO DE MI MADRE!” TODOS QUEDARON ATÓNITOS

“Y,” añadió el juez mirando a Doña Beatriz, “ordeno a la policía detener a Beatriz Villareal por perjurio, falsificación de testimonios y fraude de seguro. Alguacil, recuperen la evidencia del macetero ahora.”

Doña Beatriz fue esposada, protestando y gritando, pero nadie la escuchó. Su avaricia y maldad la llevaron a la cárcel.

Marta y Diego salieron de la corte de la mano, recibidos por la prensa.

“Diego, ¿qué quieres ser cuando seas grande?” preguntó un reportero.

Sonriendo, Diego se limpió las lágrimas. “Quiero ser Abogado, para defender a personas como mi mamá que no tienen defensa.”

Gracias a su valentía, varias fundaciones le ofrecieron becas desde primaria hasta la universidad de Derecho. También les dieron una casa digna y medios para vivir.

Quince años después, Diego regresó a la misma corte. Ahora era un hombre alto, vestido con traje formal, y completamente abogado. Era Lic. Diego Santos. Su primer caso fue defender a un conserje anciano maltratado por un rico.

Diego demostró que la justicia no es solo para los ricos. La verdadera justicia está en la verdad y en un corazón puro dispuesto a luchar por quienes ama.

El niño que todos se burlaron, ahora es conocido como “El Defensor del Pueblo”.

 

 

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