La mañana que lo cambió todo

Justo antes, estaba lista para dejar mi matrimonio para siempre, convencida de no querer volver a verlo. Todo por lo que encontré al entrar en la cocina.

Allí, sobre la encimera, había un pastelito precioso con una nota.

Decía: “Para mi increíble esposa, que renuncias al sueño solo por mí. Por favor, descansa hoy. Te preparé el desayuno. Te amo”.

Al principio, el gesto me derritió el corazón. Me sentí vista, apreciada, incluso querida.

Pero entonces vi otra nota, justo debajo de la primera. Esta no era para mí.

Decía:

“Qué ganas de verte de nuevo esta noche. El desayuno solo fue una excusa para colarme y dejarte esto. No te preocupes, nunca se enterará. ❤️ – S”.

Me empezaron a temblar las manos. El dulce mensaje que creía dirigido a mí era una tapadera.

Una mentira.

 

 

 

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