En el hospital, los grupos sanguíneos no coincidían.
Cuando llegó la prueba de ADN, la verdad los golpeó como un rayo al mediodía:
El bebé no era de Marco De la Cruz.
La otrora bulliciosa mansión De la Cruz quedó en silencio de la noche a la mañana.
Marco se quedó sin palabras. Mi exsuegra, la misma que decía: “Quien da a luz, se queda”, se desmayó y la llevaron de urgencia al hospital.
Clarissa desapareció poco después, dejando Manila con su hijo… pero sin la familia con la que había soñado casarse.
Encontrando la verdadera paz
Cuando escuché todo esto, no me sentí feliz.
No me sentí victoriosa.
Solo sentí… paz.