Me acerqué y vi un papel sobre la mesa. —¿Esto… qué?
Levantó la cabeza. Tenía los ojos rojos y los labios temblorosos.
—Una prueba —dijo con dificultad—. De ADN.
En el papel, números, fríos, implacables.
Probabilidad de paternidad: 0%.
El mundo se me vino abajo.
—No… esto es un error. ¡Es imposible! —Apenas podía hablar.
Helen soltó una risita fría.
—Todo es auténtico. Yo misma envié las muestras.
—¡¿Hiciste esto sin permiso?!
—Protegí a mi hijo —espetó—. No debería tener que vivir con una mentira.
Caleb se puso de pie, sin mirarme.
—Necesito estar sola.
—Caleb, no… por favor… —Intenté tomarle la mano.