Sin decirle nada a mi marido, fui a la tumba de su primera esposa para pedirle perdón, pero en el momento en que vi la foto en su lápida, me quedé paralizada.

Piezas de un rompecabezas que encajaban demasiado bien.

Vecinos. Antiguos colegas. Una excompañera de clase.
Poco a poco, con cautela, me acerqué a quienes habían conocido a Rachel.
Se mostraban indecisos, educados, casi nerviosos al hablar, como si temieran remover algo que llevaba demasiado tiempo enterrado.

Pero cada detalle, por pequeño que fuera, pintaba una imagen que me daba náuseas.

Caleb había sido protector.

Luego intrusivo.

Luego impredecible.

Rachel se había encerrado en sí misma.

Había intentado distanciarse.

Había intentado irse.

Y entonces llegó el accidente, ese que todos fingían no cuestionar.

Cada nueva información añadía una piedra más a mi pecho.

Y ese parecido —mi parecido— lo dominaba todo, como una sombra de la que no podía escapar.

Finalmente, hablé con alguien que rompió la última barrera de negación a la que me aferraba: una anciana que vivía enfrente de la antigua casa de Caleb.

“Una noche me dijo”, murmuró la anciana, inclinándose hacia mí, “que si alguna vez le pasaba algo, no sería un accidente”.

Sentí náuseas.

“Y añadió algo más”, continuó. “Dijo que estaba obsesionado con su apariencia”. Él seguía diciendo que ella era “justo su tipo”. Demasiado exacto, si quieres saber mi opinión.

Cuando le pregunté a qué se refería, la anciana dejó escapar un largo suspiro.

“Caleb señalaba a desconocidas en la calle, mujeres que se parecían a él. Las notó demasiado rápido. Y Rachel no lo soportó”.

Se me heló la sangre.

Cuando conducía a casa, me temblaban tanto las manos que tuve que parar dos veces.

Ahora lo sabía.

Sabía demasiado.

La verdad que nunca debí descubrir.

Esa noche, Caleb me esperaba en la cocina.

Sonrió al verme, como siempre, con esa sonrisa dulce que antes me hacía sentir segura.

Pero ahora, esa sonrisa parecía una máscara.

Porque la verdad era imposible de ignorar:

No se había enamorado simplemente de mí.

Me había elegido.
Me había buscado.

 

 

 

 

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment