UN NIÑO EN LA CORTE: “¡YO SOY EL ABOGADO DE MI MADRE!” TODOS QUEDARON ATÓNITOS

“Con todo respeto, Doña,” replicó Diego. “Pero el sábado a las tres estaba con mi mamá. Estábamos en la escuela. Era la ceremonia de Reconocimiento. Ella fue quien me colgó la medalla.”

“¡Mentira!” gritó el abogado. “¡No tienen evidencia! Según nuestros testigos, ella estaba en la mansión.”

Diego abrió su mochila y sacó un celular viejo y roto que su madre había usado. “Su Señoría, somos pobres. No tenemos CCTV. Pero me gusta grabar videos con el celular de mamá para tener recuerdos.”

Se acercó al secretario y pidió proyectar el video. El juez lo permitió. En la pantalla se vio a Marta en la escuela, con su vestido, colocando la medalla en el cuello de Diego mientras él lloraba de felicidad. La ceremonia duró treinta minutos, luego los niños comieron juntos y caminaron a casa. Imposible que Marta estuviera en la mansión robando en ese tiempo.

Toda la sala quedó en silencio. Las risas se apagaron. Doña Beatriz se puso pálida bajo el maquillaje.

“Pero eso no es todo, Su Señoría,” continuó Diego. “Tengo otro video.”

Todos se sorprendieron. “¿Otro?”

“Sí,” dijo Diego. “El día antes de que arrestaran a mamá, limpiaba el jardín de la mansión y dejé el celular grabando. No grabé un baile… grabó una conversación.”

El video mostraba a Doña Beatriz hablando por teléfono en el jardín. Su voz estaba en altavoz.

“Beatriz, necesito el dinero. Los cinco millones que debes en el casino, si no pagas mañana, te matamos,” decía un hombre.

“¡Sí, sí! No se preocupen. Tengo un plan. Declararé que me robaron el collar de esmeraldas. Está asegurado por diez millones. Cuando cobre el seguro, les pagaré. Y para que sea creíble, culparé a Marta, nuestra empleada. Es tonta, no se defenderá.”

El celular grabó a Beatriz escondiendo el collar en un macetero… ¡justo donde estaba el celular de Diego!

“¡GASP!”

Toda la sala quedó boquiabierta. La evidencia era clara: fraude de seguro y montaje de delito. El video inocente de Diego reveló la verdad.

“¡Es falso! ¡Es un montaje!” gritó histérica Doña Beatriz. Intentó arrebatar el celular, pero los alguaciles la detuvieron.

“¡Orden en la corte!” gritó el juez Ramírez. Miró a Doña Beatriz severamente. “¡Siéntese, señora! ¡O la declaro en desacato!”

Se volvió hacia Diego, con admiración. “Niño… ¿de dónde sacaste tanto valor?”

“Porque amo a mi mamá, señor,” dijo Diego, con lágrimas en los ojos. “Ella me enseñó que aunque seamos pobres, debemos defender lo correcto.”

Marta abrazó a su hijo. La sala aplaudió, incluso el fiscal sonrió.

El juez dictó sentencia de inmediato.

“Con base en la evidencia presentada por el ‘abogado’ de la acusada, el caso de Robo Calificado contra Marta Santos queda DESCHARGADO. Se le libera de inmediato.”

 

 

 

 

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