Una mujer de 20 años estaba enamorada de un hombre mayor de 40. El día que lo llevó a casa para que conociera a su familia, su madre corrió a abrazarlo, y resultó que no era otro que…

Ambas se giraron para mirarme. Por un momento, ninguna habló. Entonces mi madre se secó las lágrimas y se sentó.

“Lina… hay algo que debo decirte. De joven, amé a un hombre llamado Santiago… y él es ese hombre.”

Sentí una opresión en el pecho. El rostro de Santiago palideció. Mi madre continuó con voz temblorosa:

“Cuando estudiaba en una escuela técnica en Guadalajara, él acababa de graduarse. Estábamos profundamente enamorados, pero mis abuelos no lo aprobaban. Decían que no tenía futuro. Y entonces… Santiago tuvo un acc:idente y perdí todo contacto. Pensé que había m:uerto…”

 

Santiago exhaló, con las manos temblorosas.

“Nunca te olvidé, Thalía. Cuando desperté en el hospital, estaba lejos y no tenía forma de contactarte. Cuando finalmente regresé, supe que ya tenías una hija… y no me atreví a interferir.”

Mi visión se nubló. Cada palabra fue como un golpe.

“Así que… mi hija…”, susurré.
Mi madre se giró hacia mí, con la voz entrecortada:

“Lina… eres la hija de Santiago.”

El mundo se quedó en silencio. Afuera, el único sonido era el viento susurrando entre los árboles. Santiago retrocedió, con los ojos enrojecidos y los brazos flácidos a los costados.

“No… esto no puede ser…”, murmuró. “No sabía…”

Todo dentro de mí se hizo añicos. El hombre que amaba, el que creía destinado para mí, era mi padre.

 

 

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬

Leave a Comment